5.8.10

FELIPE CAZALS


Realidad y ficción: mitos e hitos del derecho en el cine de Felipe Cazals


Introducción

La historia y la ficción tienen una frontera compleja. Los hechos y la realidad atraviesan por un estatuto donde siempre podemos encontrar una línea entre lo tangible e intangible, lo que fue y lo que se dice que fue (en el caso de la historia).

Cuando la ficción se basa en la realidad, surge líneas que dan una enorme posibilidad de imaginación, de interpretación, pero sobretodo de pensar el “cómo fue”, siempre en relación con “el qué somos”, y “qué seremos”.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando la realidad supera a la ficción y viceversa? De manera contundente decía Paco Ignacio Taibo II en boca de uno de sus personaje emblemáticos, Héctor Belascoarán Shayne: “Sólo la realidad puede ser tan mamona como la literatura” (2003, 105).

Este ensayo tiene como objetivo analizar el discurso que el cine mexicano ha adoptado (mitos e hitos) acerca del derecho y su séquito (justicia, jueces, juzgados, derechos humanos, etcétera) valiéndose de esta –parafraseando a Fuentes- frontera de cristal que surge entre la realidad y la historia, pues es precisamente en este punto donde aparece una riquísima posibilidad de interpretación.

Para hacerlo, utilizaremos la trilogía de ficción del director Felipe Cazals de 1976 sobre hechos trágicos nacionales (Canoa, El Apando y Las Poquianchis), así como su documental Digna, Hasta el último aliento (2004).

Usamos en concreto estas cintas, primero por su trascendencia e importancia artística para el cine nacional, pero además por la mezcla tan interesante que en el propio discurso cinematográfico realiza el director, entre ficción con el falso documental (mockumentary) y el documental con algo de ficción, lo que abre esta frontera a que hemos hecho alusión y que nos permite extraer los mitos, con base en realidades-ficciones.

Realidad y la ficción
Cuando la ficción nace de la realidad, estamos en territorios que bien podrían corresponder a la historia, ¿en qué momento se hace historia y en qué momento literatura?

Esta respuesta ha sido ampliamente debatida y se relaciona con el problema de la cientificidad y objetividad de la historia. Dadas las condiciones propias de subjetividad, Antonio Caso decía que “la historia es un saber, no una ciencia” (1999, 142). Por su parte, el historiador Le Goff, considera que la historia es un saber complejo, que tiene que ver con ciencia y arte, en especial por una característica fundamental de ésta: la singularidad, el problema es que la historia puede ser una ciencia de lo particular, pero que busca patrones en relación con la sociología y la psicología, lo que le da el carácter general.

Esta singularidad de Le Goff, le da un toque fascinante, “Amar lo que nunca se verá dos veces”, por ello “[...] alcanzar en la concepción histórica la universalidad es lograr al mismo tiempo la individualidad,  y hacerlas sólidas a una y otra con la solidez que una le otorga a la otra” (1997, 96).

La narratividad de la historia y la literatura son semejantes, de hecho existe un intersticio, una especie de frontera entre historia y ficción que permite al historiador amplias posibilidades imaginativas[1].

Por todo lo anterior, para el análisis de esos mitos sobre el derecho que se han gestado en el imaginario colectivo, vamos a recurrir a obras de arte que rayan en ambas, es decir que tienen como base hechos reales (historia), pero que al entrar a la ficción, caen irremediablemente en el terreno de la imaginación.

El cine de Felipe Cazals
Después de la llamada época de Oro del Cine Mexicano, la industria mexicana cayó en un bache: perdió estímulos, inversiones, la parte creativa fue descuidada, el sector gubernamental de la materia se dejó en manos inexpertas, todo esto provocó que el celuloide nacional tocara sima en 1970, con los temas de ficheras, albañiles, verduleras et al. Sin embargo, una generación de directores salvaron de la total anemia al cine mexicano: Arturo Ripstein, Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo, Felipe Cazals, entre otros.

Cazals se concentró en temas reales con alto contenido social. Dentro de su carrera como director, cuenta con tres cintas que son clásicos del cine mexicano: Canoa, El Apando y Las Poquianchis, tanto por la consistencia de sus guiones, lo excelso de su fotografía[2], y en general, la maestría para retratar los detalles de conflictos sociales sin dejar de perder el maravilloso ángulo del arte. Es importante detenerse un poco en estos retratos de dramas reales.

Canoa
Una historia basada en hechos reales, sobre cinco trabajadores de la Universidad de Puebla, que en septiembre de 1968, acuden a escalar el volcán La Maliche, pero por cuestiones del clima, quedan atrapados en un pueblo cercano llamado San Miguel Canoa y son hospedados por un campesino.

La población azuzada por diversas personas (entre ellas el párroco) los acusa de “comunistas”, de ladrones, incluso vía megáfonos que hay en la comunidad, se dice que tienen por intención robarles a su santo, San Miguel Arcángel. La turba asesina acude a la casa del campesino y lo asesinan junto a dos de los trabajadores, dejando gravemente heridos a los otros tres.

El lenguaje cinematográfico se basa en una especie de falso documental y ficción: al principio una voz en off describe las condiciones de extrema pobreza del pueblo, su forma de supervivencia, las carencias por las que atraviesan, así como el papel del párroco, el que controla todo el pueblo, incluyendo a las autoridades. Aparece un narrador, un campesino del propio pueblo que a lo largo del filme y sobreexpuesto a la ficción, irá explicando las condiciones sociales a fin de contextualizar al espectador en los hechos. Bajo esta idea de falso documental, termina la cinta entrevistando, como reportaje periodístico, a los involucrados y exponiendo el resultado de las investigaciones:

Se dictaron diecisiete órdenes de aprehensión; cinco personas fueron sometidas a proceso; dos de ellas salieron libres al no comprobárseles su participación en los hechos. Una tercera fue condenada a ocho años, saliendo libre dos años después al ser revocada la sentencia. Los dos restantes fueron condenados a ocho y once años de prisión… Ninguno de los señalados entre los principales incitadores fue sometido a proceso.

Esto, como se retomará más adelante, marca una idea fundamental de lo que considero es el imaginario o idea colectiva sobre la justicia mexicana y al que volveré pronto: la ineficiencia del sistema judicial mexicano. Sobre esta película, José Wondelberg señaló: Felipe Cazals… mezcló un documental ficticio, un narrador omnipresente y una ficción estrujante, para dar paso a un film que recrea una tragedia que tiene como fuente el fanatismo y la intolerancia, el miedo y el resorte persecutor (2008). Wondelberg traza perfectamente una de las tesis de este pequeño ensayo, estamos en presencia de un documental ficticio, que toma datos de la realidad y la convierte en estrujante, raya en los límites de la historia, sin llegar a rozarla.

El Apando
La película se basa en el modelo de prisión importado a México desde Porfirio Díaz, en ese otrora lugar de privaciones, Lecumberri[3] El palacio negro; la historia gira en torno a tres reos, las condiciones infrahumanas en que viven, la corrupción de las autoridades que permiten prebendas a aquellos prisioneros que puedan pagarlas y el intento que hacen los reos para que la mamá de uno de ellos les introduzca droga que les permitirá ganar dinero.
El desenlace es fatal. Esta producción se basa en la novela homónima de José Revueltas, intelectual mexicano que vivió en dicha cárcel cuando en 1968 fue acusado de ser el que incitaba a los estudiantes en el movimiento rebelde que sacudió al país en aquel año.

Las Poquianchis
Basada en la obra literaria de Jorge Ibargüengoitia Las muertas, a su vez respaldada en la investigación periodística del escritor sobre hechos reales. En el estado de Guanajuato, tres hermanas practican el lenocinio, apodadas las Poquianchis, buscaban a jóvenes de pueblos a quienes, so pretexto de encontrarles trabajos decentes, se llevaban de sus casas, pero en realidad las recluían y obligaban a prostituirse.

Además de la privación ilegal de la libertad, las torturaban y golpeaban en caso de negarse a cooperar. Se descubrió posteriormente que llegaron a asesinar hasta a 17 mujeres. Los hechos, que dieron la vuelta a México y al mundo[4], son narrados en esta película de manera magistral.

En cortes simultáneos, somos testigos del procedimiento judicial, a la par que vamos conociendo la historia, en especial de dos hermanas que son entregadas a una de las Poquianchis; esto sirve de pretexto al guionista, para engarzar otra historia igual de compleja: el padre de las jóvenes, campesino sumamente pobre, participa en un movimiento agrario para exigir tierras, que les fueron entregadas por el gobierno, y que después les son arrebatadas por el cacique[5]. La película termina como un reportaje periodístico que narra el fin del juicio y las sentencias a las que fueron sometidas cada una de las implicadas.

Digna, hasta el último aliento
Aun y cuando esta obra del maestro Cazals no alcanzó la notoriedad que las anteriores, consideramos importante retomarlo porque aborda un tema fundamental en el derecho de México: los defensores de derechos humanos, en concreto el caso de Digna Ochoa Plácido, quien fue encontrada muerta de una manera misteriosa el 19 de octubre del 2001, lo que provocó que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal especulara sobre la posibilidad de un asesinato o un suicidio, terminando por aceptar esta última hipótesis[6]. Con base en el género documental, se auxilia de la ficción, para recrear algunas escenas con la actriz Vanesa Bauche como Digna Ochoa. Cazals empapa sobre el tema al espectador con una maestría que sorprende, pues aborda todas las aristas del conflicto en que se vio envuelta la activista por los derechos humanos, buscando dar voz a todos los interesados, y así lograr una objetividad que deja en el público la última palabra.

El cine y el derecho en México
¿Por qué usar a Cazals? son pocos los autores nacionales que hayan ingresado de manera directa al tema de la justicia en México, la mayoría la abordan indirectamente, con base en dos o tres mitos (como el de la cárcel como escuela de criminales, o las autoridades corruptas) pero ninguna tomando como uno de sus principales personajes a un juez, ni utilizando la terminología jurídica correcta, se siguen conceptualizando al juicio como lo hacen en las películas norteamericanas, llamando fiscal en lugar de ministerio público, confundiendo la detención administrativa con un proceso penal en forma, y con una serie de contradicciones que, en el caso de las cintas que se van a analizar de Felipe Cazals, no se cometen; por el contrario el guionista muestra un sólido conocimiento del lenguaje forense, y aun más, pareciera que está al tanto algunos de los problemas comunes del derecho en México.

Los mitos y los hitos
De las anteriores películas me interesa destacar mitos e hitos sobre el derecho y la justicia mexicana. Como ya señalamos, las obras analizadas parten de la realidad y se transforman en ficción y viceversa; esto nos parece importante pues los mitos e hitos, los  lugares comunes de la conciencia colectiva se enriquecen mutuamente; es decir, no sólo nacen de los hechos reales y de la vox populi, sino que a su vez contribuyen a su revitalización en la cultura, en pocas palabras, nos referimos al círculo hermenéutico de Heidegger.

A) Los funcionarios corruptos: “todo se arregla con dinero”. Uno de los mayores problemas que arrastra este país es el de la corrupción, el desfile de funcionarios y personajes importantes en el Bar Las Poquianchis va a ser materia común en el transcurso de la película, de hecho el compadrazgo, la amistad, con un alto funcionario[7] será el modus operandi, así la prostitución que dirigen, goza cuando no del beneplácito, si de la indiferencia de la autoridad. El funcionamiento ilegal de los llamados giros negros (bares, discotecas, etcétera) se basa más que en una licencia, en la buena disposición de las autoridades. Esto, como lo sabemos, ha generado de manera recurrente tragedias en el país[8]. Las Poquianchis recurren a diversos medios para mantener operando en la ilegalidad sus negocios: el soborno, el compadrazgo, y un largo etcétera. El tan laureado juicio de amparo, es solo una forma más de subsistencia.

Por su parte en el documental Digna… podemos encontrar esta misma problemática; se investiga e insinúa el cohecho entre las autoridades (en especial del ejército) y los caciques del Estado de Guerrero, principales responsables de la muerte de Digna Ochoa.

De igual forma, en El Apando, un abogado defensor le dice a su cliente (El Apando) que va a salir de la cárcel, pero es necesario repartir mucho dinero entre todos los empleados del juzgado, desde el Juez hasta la secretaria. En esta cárcel, Lecumberri, además circula droga, se pueden obtener favores, todo siempre y cuando medie el respectivo soborno que terminará en la bolsa de cualquiera de los funcionarios.

B) La cárcel como escuela del crimen: El lugar de expiación de las penas, donde debería de transformase al criminal en una persona de bien, se transforma de hecho en una escuela del crimen, reos que forman mafias al interior de la cárcel, que venden drogas, prevendas, etcétera, siempre en colusión con la autoridad.

C) El amparo y su relación con los poderosos: Pese a que para algunos el amparo es uno de los más grandes inventos mexicanos en materia de derechos humanos, algunos otros han criticado que en la práctica muchas veces sirva para defender los intereses de los poderosos, para sostener situaciones injustas. En el caso de Las Poquianchis, hay dos ejemplos interesantes: un campesino, padre de dos de las prostitutas que tienen bajo su poder las Poquianchis, se ve privado, junto con otros de sus compañeros, de las tierras que les había otorgado la reforma agraria, justo porque el terrateniente gana un amparo, pese a que, como alega el campesino, ellos tenían la razón:
“Delegado de la reforma agraria: el señor Gómez Albarrán posee un certificado de inafectabilidad ganadera y no ha perdido su vigencia.

Campesino 1: ¿Pos no no la habían dado ya, y en el puro colegiado más alto? ¿No ya le llevamos los papeles que nos había pedido? Y aquí tenemos otros con todas las firmas, hasta del presidente que fue endenantes… usted tiene que investigar, devisar bien los papeles…
Delegado: Yo sé bien lo que tengo que hacer, el amparo ha sido fallado a favor del señor Gómez Albarrán…
En un segundo caso, las lenocidas, acuden de manera recurrente a tramitar amparos para evitar que sus negocios sean cerrados “Si no más es cosa de ampararse”. Una de ellas se quejará del alto costo de los amparos. Otra acudirá a enfrentar su situación legal ante el juzgado “amparada” y gritándole al Juez “Ustedes se burlan de la Ley de Amparo”[9].

D) La división de poderes y los jueces: La intromisión del poder ejecutivo en el judicial, es una constante que aparece en nuestro imaginario popular sobre los jueces. Fueron ampliamente conocidos y documentados los casos de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que acuden a rendir pleitesía al Presidente de la República.

En el transcurso de Las Poquianchis, el juez es llamado en varias ocasiones por el procurador de justicia, que depende del ejecutivo, mismo al que juez habla con gran respeto. Pese a los intentos de decirle al procurador que el caso es complejo, que tiene que estudiarlo, investigar más, la presión para que resuelva el caso se deja sentir. El juez no solo está presionado por el poder ejecutivo, los medios de comunicación están sobre él, preguntándole, inquiriéndolo, obligándolo a condenar a priori. Las acusadas oponiéndose al sumario y haciendo su esfuerzo para que el Juez caiga en la desesperación. Al final, la figura autónoma del juez termina vencida ante las presiones, en especial la del procurador: en el penúltimo plano vemos las ruinas del antiguo bar, y, una voz en off, a manera de reportaje periodístico, señala:

Cinco meses transcurrieron desde la captura de los primeros acusados y su sentencia, en uno de los procesos más rápidos de la historia de la justicia mexicana, las principales acusadas, las tres hermanas fueron condenadas a la pena máxima, 40 años…
El epilogo de una justicia que sucumbe a medios externos y no a la ratio iuris.

E) El juicio kafkiano: Uno de los mitos o hitos entre todos aquellos ligados a la juridicidad mexicana, es la extrema similitud entre el juicio a Joseph K. en El Proceso de Franz Kafka y el sistema de nuestro país. Este juicio fafkiano, en el caso de Las Poquianchis, llega a su clímax del absurdo, cuando en una audiencia una de las acusadas se tira al piso, se tapa los oídos y comienza a gritar, mientras que el juez, al mismo tiempo, le grita a ella las disposiciones legales. De hecho, el lenguaje forense complejo forma parte de este entramado judicial, pues una de sus características, es el uso estricto de términos médicos y legales, que en oído de la gente común llegan a perder sentido: en Las Poquianchis el Juez narra a una de las testigos su testimonio, mismo que fue redactado por un funcionario judicial que lo hizo de manera tradicional y no apegándose a las declaraciones, la testigo dice:
Testigo: Esa no es mi declaración, este señor está poniendo de su cabeza de él
Juez: Sabemos de todas las majaderías que se han descrito aquí, pero no vamos a ponerlas…
Sobre esta forma de lenguaje judicial decía Fernando Vallejo en La Virgen de los Sicarios:
Por sobre el llanto de los vivos y el silencio de los muertos, un tecleo obstinado de máquinas de escribir: era Colombia a oficiosa en su frenesí burocrático, su papeleo, su expedienteo, levantando actas de necropsias, de entradas y salidas, solícita, aplicada, diligente, con su alma irredenta de cagatintas. Mis ojos de hombre invisible se posaron sobre las “Observaciones” de una de esas actas de levantamiento de cadáver, que habían dejado sobre un escritorio: “Al parecer fue por robarle los tenis -decía-, pero de los hechos y de los autores nada se conoce”. Y pasaba a hablar de heridas de la vena cava y paro cardiorespiratorio tras el shock hipovolémico causado por la herida de arma cortopunzante. El lenguaje me encantó. La precisión de los términos, la convicción del estilo… Los mejores escritores de Colombia son los jueces y secretarios de juzgado, y no hay mejor novela que un sumario. (2005; 168).

En el documental Digna… el derecho se vuelve irracional cuando se hace patente que Digna Ochoa y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, en uno de sus casos, tuvieron que defender a una acusada de robo, pero, donde la presunta víctima del robo no existía. La cúspide kafkiana de la juridicidad mexicana, es excelsa en el documental: según la Fiscalía Especial para el caso de Digna Ochoa de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, que se encargó de las investigaciones, la defensora de los derechos humanos Digna Ochoa, se suicidó, fingiendo que la asesinaron (¿?):para ello, primero realiza un disparo hacía un sillón, después se dispara en la pierna, y luego, en una posición incómoda, lo hace en la cabeza, con la mano izquierda aun y cuando ella era diestra; antes de darse el último tiro, se coloca de tal forma que queda de rodillas y recargada boca bajo en el sillón; y pese a lo absurdo de los indicios, la llamada teoría del suicidio simulado de la fiscalía, concluye en este disfraz de asesinato.

F) La violación de la ley
La norma pierde toda su significación, el estado de derecho en México es inexistente, la ley es usada a su total discreción por las autoridades o por los poderosos. Conforme al documental Digna… la defensora de derechos humanos aun y cuando había sido amenazada, no es protegida por las autoridades, al contrario, según  varios de los entrevistados, la propia autoridad violentaba la ley; incluso todo el meollo del asesinato de Digna, nace de un supuesto ilegal encarcelamiento de ecologistas.

En Las Poquianchis, la idea de una ley violada es constante. El campesino y el obrero son recluidos en la cárcel por participar en manifestaciones, ahí dialogan:
Campesino: Nosotros nomas queremos lo que es de ley.
Obrero: ¿De veras crees en la ley? si abusan de ella como quieren.
Esto se relaciona de manera directa con la idea kafkiana del derecho en México. De hecho, el periplo judicial del campesino reclamando la ley, la justicia, nos remite indudablemente al relato de Franz Kafka Ante la ley:
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

G) La sentencia injusta. Inocentes en la cárcel, criminales en la calle. Tal vez una de las creencias más arraigadas en el colectivo mexicano, sea el de que los inocentes están en la cárcel, y los criminales en la calle. El final de todas las películas narradas así lo declaran. Las Poquianchis:
…las tres hermanas, fueron condenadas a la pena máxima, 40 años, Chuy cumple actualmente su condena en la Colonia Penal de Celaya, Guanajuato. Diecisiete personas más, 8 mujeres y 9 hombres, fueron condenados como cómplices. Algunas mujeres condenas a 26 años de prisión, habían pasado  la mayor parte de su vida, 15, 20, 25 años, prisioneras en las casas de las Poquianchis…

El apando deja entrever que una pobre viejecita, cuyo único pecado fue sucumbir a los ruegos de su hijo y a quien no quería ver sufriendo, terminará en la cárcel acusada de tráfico de drogas, mientras que los directivos de la cárcel, los culpables de la corrupción, seguirán gozando de sus puestos y beneficios.
Canoa concluye declarando que Ninguno de los señalados entre los principales incitadores fue sometido a proceso.

El documental Digna… cierra con una frase de Miguel Ángel Granados Chapa que resume la idea del suicidio simulado simulado: Como suicidio fue muy imperfecto. Como asesinato es, hasta hoy, un crimen perfecto.

Epílogo
Todas las obras analizadas, por su alta complejidad técnica, por su contenido social, por el solo hecho de basarse en situaciones reales, merecen, cada una, un estudio más profundidad y con mayor detalle. Sin embargo, sirvan estas líneas para invitar a otros investigadores a abordar estos temas.

Las inimaginables posibilidades de la ficción nos recuerdan las infinitas situaciones de la realidad. Si esa ficción está basada en hechos reales, nos brinda la oportunidad de transformarla en historia y en Historia. Decía Johan Huizinga  que por Historia entendemos “la forma intelectual en la que una civilización se rinde cuentas a sí misma de su pasado” (Vergara, 1999;  82) esto es, no se concretiza a un proyecto narrativo, los acontecimientos del pasado pueden ser interpretados con un objetivo y en relación dialéctica del pasado con el presente “la historia, entendida —a partir de Raymondron— como la posibilidad de concebir futuros alternativos del presente de cualquier acontecimiento pretérito y la imposibilidad de deducir con carácter de necesidad el acontecimiento de las condiciones que le antecedieron” (Vergara, 1999;  51).

Hacer énfasis en estos lugares comunes que hemos llamado mitos e hitos, tiene un objetivo muy claro: encontrar problemas y buscar soluciones. Por eso si las tragedias en discotecas o centro nocturnos que actúan fuera de la ley con evidente anuencia de las autoridades vuelven a suceder y los únicos encarcelados son empleados o funcionarios de menor rango; si en Ciudad Juárez son asesinados jóvenes universitarios cuyo único pecado fue estar en el lugar equivocado en el momento equivocado; si la corrupción en las cárceles es un pan nuestro de cada día; si los defensores de derechos humanos siguen amenazados;  si los linchamientos siguen siendo una realidad que no ha abandonado nuestro país; si todo esto sucede, la ficción de la que hemos extraído este ensayo  toma visos de una escalofriante realidad.

Bibliografía
Caso, Antonio. (1999).  Pensamiento historiográfico mexicano del siglo XX. La desintegración del positivismo (1922-1935).  México: Fondo de Cultura Económica.
Domínguez Michael, Christopher (2010). “Doce Voces de la Historiografía Mexciana. I. El orbe de David A. Brading” en  Letras Libres (133). Obtenido el 20 de enero del 2010 desde http://www.letraslibres.com/index.php?art=14329.
Le Goff, Jackes. (1997) Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso.  Barcelona: Paidós.
Taibo, Paco Ignacio. (2003) Desvanecidos difuntos. México: Editorial Planeta.
Vallejo, Fernando (2005). La Virgen de los Sicarios. México: Editorial Punto de Lectura.
Vergara, Luis. “Ética, historia y posmodernidad” en Mendiola, Alfonso. (1999) Historia y Grafía. Volumen 12. México: Universidad Iberoamericana.
Woldenberg, José. (2008). “Canoa” en La Crónica (1 de febrero del 2008), obtenido el 22 de enero del 2010 desde http://www.lacronica.com/Columnas/Vercolumna.asp?NumNota=553322

[1] En entrevista con Christopher Domínguez Michael para Letras Libres, David A. Brading señala que la novela histórica es una herramienta importante en el análisis y la reflexión de los hechos históricos (2010).

[2] Aquí honor a quien honor merece, para lograr sus excelentes planos, contó como fotógrafo en las tres cintas con Alex Phillips jr, quien se distinguió por haber trabajado con los mejores directores de cine mexicano.

[3] Por cierto, en este juego de signos que provocó el gobierno transformando una reclusión, la cárcel, en el Archivo General de la Nación, que debe ser transparente, no sé si podríamos considerarlo irónica, dadas las verdaderas condiciones de transparencia mexicana de la actualidad.

[4] Y que consolidaron la posición de La Alarma, revista amarillista de nota roja, como una de las publicaciones de mayor consulta en el público mexicano.

[5] Esta parte, que corre paralela a la historia de Las Poquianchis (y que es filmada a blanco y negro para contrastarla con el resto de la película), muestra una faceta del movimiento agrario que mantenían los campesinos en la década de los ochentas del siglo pasado, desde la lucha legal, el abuso de los caciques, hasta la invasión de tierras, los asesinatos y encarcelamiento de los campesinos. Por cierto una escena bastante significativa, en un close up, en primer plano a un obrero de ferrocarriles y al campesino, ambos encerrados en la cárcel, enfrentados en un diálogo, dice el obrero al campesino: Cuando se nos haga justicia a nosotros se les hará a ustedes, y al revés, no ves que vamos en el mismo tren aunque no queramos. Esta parte de la película tendría mucho que analizar, sin embargo por los objetivos propios de este ensayo, se dejará para otra ocasión.

[6] Lo que a juicio de muchos investigadores es absurdo, pues la mayoría de los indicios hablan de la imposibilidad del mismo.

[7] Las Poquianchis, hablan varias veces por teléfono con aparentes funcionarios o personas importantes (“Licenciado”), que son sus compadres; a uno de tantos le ofrece “Ahí le tengo algo guardadito, son dos nuevecitas, como a usted le gustan, no se olvide de traer a Gilberto, tan buena gente, y a mi compadre Teodoro… No, no no,  Chiquillas… lo espero licenciado”; la pedofilia que en México cobró actualidad en un reportaje sobre el tema ampliamente documentado por la periodista Lydia Cacho en su libro Los demonios del edén y el conocimiento nacional de una supuesta llamada entre el gobernador de Puebla y el presunto pedófilo, que nos hace crear cierto paralelismo con el diálogo de la poquianchi con el Licenciado.

[8] Solo por citar los casos más relevantes a nivel nacional: El 20 de octubre del 2000, en el Distrito Federal 22 personas perdieron la vida cuando la discoteca Lobombo se incendió. La discoteca no contaba con los elementos indispensables de seguridad. El 20 de junio del 2008, en la discoteca New’s Divine, ubicada en el Distrito Federal, se encontraban varios menores de edad aun cuando la Ley lo prohíbe; un operativo policiaco mal organizado, aunado a las condiciones de inseguridad del lugar, derivó en la muerte de 12 personas.  El 25 de enero del 2010 en la discoteca Bar-Bar del Distrito Federal, el jugador paraguayo de futbol Salvador Cabañas, fue herido por arma de fuego  en la cabeza. El bar operaba 3 horas fuera del horario permitido.

[9] Pese a estar en 1975, la insistencia de hablar del amparo en los diálogos y la forma en que lo aborda, deja en claro que el guionista conocía ya de el problema acusado por diversos investigadores: el amparo se ha vuelto un instrumento altamente tecnificado y por ende, solo al alcance de quienes pueden pagar los servicios de un abogado.
(Nota del editor: este texto forma parte del libro colectivo “ARTE, REALIDAD Y FICCION: UNA APRECIACION SOCIAL” el cual fue coordinado en Aguascalientes por José Luis Eloy Morales Brand y Martín Sánchez Testa)

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